Evangelio sábado 30 de abril

Sábado 30 de abril de 2022 | Gonzalo Manzano

30 DE ABRIL DEL 2022

Evangelio según San Juan capítulo 6, 16 - 21

Sábado de la Segunda Semana de Pascua

Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo: "Soy yo, no teman". Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Soy yo, no teman"

Jesús parece decirme: En otro momento de mi vida, les dije que vinieran a Mi los que están cansados y agobiados, que Yo los haré descansar. Esto es lo mismo, no teman, porque soy Yo. Soy quien más los ama en la Creación entera. Yo di la vida por ustedes, para rescatarlos de una vez y para siempre. Alégrate, que estoy contigo, que soy Yo quien va hacia ti, y jamás te dejaré solo. Las dificultades que vivas no son nada, si de verdad entregas tu vida en mis manos y te dejas cuidar por Mi. En Mi tienes todo lo que necesitas para ser feliz, y lo único que te pido es que me ames y que ames a tus hermanos.

Estas palabras reconfortan cualquier problema o dolor que esté pasando. De su mano, nada debería preocuparme, y si me dejo preocupar, es por gusto, ya que no necesito hacerlo, si de verdad vivo mi vida con Cristo a mi lado, que me cuida. A veces no entiendo cómo alguien no quisiera o prefiere vivir su vida sin tener a su lado alguien como Él. Es tanto más grata y feliz, que no me explico cómo prefieren alejarse de Él. Esta Pascua me he visto súper acompañado, por Él en mi corazón, pero también en mi familia, que se ha vuelto espejo de ese amor que Él me tiene, y que me pide que yo tenga para compartirlo con los demás.

Señor Jesús, hoy te alabo y te adoro, porque no hay nada más grande que Tú y, sin embargo, has preferido rebajarte a mi nivel para reconfortar mi alma, y acompañarme en esta peregrinación. Sé que siempre estas con nosotros, y que somos nosotros los que te fallamos. Sigue mirándonos con compasión, para que logremos darnos cuenta que no merecemos tanta bondad, pero que igualmente la recibimos gratuitamente de tu parte. Madre querida, luego de tu calvario personal en la Pasión, regocíjate en tu Hijo resucitado, siéntete orgullosa de haber logrado cuidarlo y de guiarnos hasta Él.

AMÉN

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