Evangelio sábado 27 de enero

Viernes 26 de enero de 2024 | Gonzalo Manzano

27 de enero de 2024

Evangelio según San Marcos 4, 35-41

Tercer sábado del Tiempo Ordinario

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?" Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!" El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?" Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?"

Meditación de Gonzalo Manzano González

¿Cómo no tienen fe?

Jesús parece decirme: La vida tiene de todo, momentos dulces, tranquilos, otros frenéticos, algunos amargos, felices y tristes. Ustedes no saben todo lo que ocurrirá, y Yo sabiendo todo lo que puede ocurrir, junto al Padre y el Espíritu les hemos dado la libertad de que elijan que ocurra una de esas posibilidades. Pero eso no quita que Yo esté en todo momento a su lado, y ninguna marejada ni vendaval podrá apartarme de ustedes. ¿Crees eso de verdad? ¿Lo crees más allá de lo que se encuentre a la vuelta de la esquina de tu vida? Es posible que mueras en la pobreza, o sumido en una gran tristeza, pero que incluso así hayas ganado el Cielo. La fe debiese ser inconmovible.

Me cuesta tanto dar plena fe a algo que no conozco. Mi fe en Dios no cambia, porque siento que sí lo conozco, en la medida de mis limitaciones humanas, pero tener fe en el futuro, abrazar esa incertidumbre de lo que va a pasar, y ahí confiar en que no me pasará nada, a pesar de los sufrimientos de la vida terrena, me es tremendamente difícil. Quizás todo ser humano transita por el mismo problema, y seguramente es ese tránsito el que termina alejando a tanta gente de la fe. No tengo certeza de prácticamente nada, pero sí de que Dios no me va a dejar caer si de verdad quiero abrazarlo y vivir a su lado. Seguro me dolerá en el cuerpo y el alma, pero estaré a su lado.

Señor Jesús, quiero tener fe. Por favor, regálame ese don tan grande. ¡Aumenta mi fe, Señor! No dejes que mi ceguera humana nuble esa confianza que quieres darme, de que vas conmigo siempre, sin fin. Abre mis ojos, Señor, porque cuando voy cayendo tiendo a cerrar los ojos ante el miedo. Virgen prudente, Reina Madre que creyó siempre en la promesa de Dios, enséñame a ser como tú, y que los pasos que dé en esta vida sean seguros porque se basan en la confianza absoluta en tu Hijo. Transfórmame en tu Santuario para hacer frente al mundo, aunque eso signifique levantar la Cruz de Cristo.

AMÉN.

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