Evangelio sábado 26 de febrero de 2022
Sábado 26 de febrero de 2022 | Gonzalo Manzano26 de FEBRERO del 2022
Evangelio según San Marcos capítulo 10, 13 - 16
Sábado de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario
Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Meditación de Gonzalo Manzano González
"El que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él"
Jesús parece decirme: Lo mismo que te pasa a ti con un niño en la calle, o tus propios hijos, esa empatía, cariño, ternura, es la que Yo tengo por esas personas con alma de niños. No es necesario tener 10 años o menos, sino que todos pueden tener ese corazón lleno de inocencia de cara a Mi. Cuando tienes un alma de niño, se nota porque todo lo comienzas desde la bondad, incluso cuando te enojas, y eso habla de una pureza que se encuentra sólo en los niños. Si te equivocas, o cuando pecas, es lo mismo que ocurre cuando un niño hace travesuras o maldades. No hay una intención de dañar, aunque no se midan consecuencias.
Ver a los niños me conmueve. Sea el niño que sea. Tengo claro que no tienen ni idea de lo que implica cada cosa que hacen, sea buena o mala, y actúan conforme a su inocencia. No se trata de justificar nada, pero creo que esa alma de niño de la que me habla Jesús pasa por abandonarse en las manos del Padre, tal como mis hijos confían ciegamente en mí, y dejarse guiar por Él. Quiero tener ese corazón puro, incluso despreocupado, porque pongo mi vida en las manos del Señor.
Señor Jesús, me encanta este Evangelio porque me vuelve a llamar a ser inocente, tranquilo, y, sobre todo, voluntariamente abandonado en tus manos, porque se tiene la certeza de que Tú me ayudas a salir adelante y me cuidas. Muchas veces se me olvida esta preciosa verdad, aquella que asumí como propia en mi Ideal Personal, y quiero estar a la altura de lo que realmente me gusta; porque de verdad me gusta la idea de cobijarme en tus brazos y como niño llevarme por los senderos que Tú quieres para mí. Madre querida, tú que supiste desde siempre abandonarte tranquila en las manos del Padre, edúcame para parecerme en esto a ti.
AMÉN