Evangelio sábado 24 de septiembre
Sábado 24 de septiembre de 2022 | Gonzalo Manzano24 DE SEPTIEMBRE DEL 2022
Evangelio según San Lucas capítulo 9, 43b - 45
Sábado de la Vigésima Quinta Semana del Tiempo Ordinario
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
Meditación de Gonzalo Manzano González
"Su sentido les estaba velado"
Jesús parece decirme: Cada vez que despiertas, tus sentidos te permiten conocer el mundo. Claro que confías en ellos, pero a veces sientes con ellos la superficie de las cosas, y con eso te quedas conforme, sin entender lo que hay debajo, aquel tesoro que no se ve a primera vista. Cuando te hablo en tu vida cotidiana, la mayoría de las veces no me ves a mi hablándote, y por eso te pierdes en situaciones que a veces no se condicen con lo que Yo quisiera de ti, o a lo que te envío a hacer. Quizás es porque no tienes el hábito, o derechamente tienes malos hábitos, pero te pierdes la riqueza del interior.
Siempre ando con Dios en la mente, pero tantas veces no computo que es él quien me habla a través de mis sentidos. Me quedo sólo por encima, farreándome la oportunidad de sentarme con Él y crecer. Otras veces, quizás las más, simplemente no reparo, y en ellas me juego aquellos detalles que cambiarían mi vida. Tantas cosas que podría haber hecho mejor, quizás sólo con un mínimo esfuerzo, habría escapado de la esclavitud de lo concreto. Pero quiero crecer, avanzar desde mi vida, en lo concreto a lo inmaterial, sobre todo, educarme para hacer hábitos espirituales que enciendan mi alma.
Señor Jesús, hoy te pido perdón por todas las decepciones que te has llevado conmigo. Me has criado como aquel que más podría haber aprovechado las oportunidades de crecer y acercarme a Ti, pero yo me dejo estar, me conformo con lo mínimo, con lo superficial. Quiero quitarme el velo que cubre mis sentidos, abrirlos para captarte en toda tu magnitud, en la grandiosidad de tu presencia, que no se fue nunca de mi lado, sino que me acompaña día a día. Soy yo el que, con este velo, se aleja de Ti, y sólo vuelve para pedir perdón y auxilio. Que escarmiente, Señor, para gloria tuya.
AMÉN