Evangelio sábado 2 de diciembre

Sábado 2 de diciembre de 2023 | Gonzalo Manzano

2 de diciembre del 2023

Evangelio según san Lucas 21, 34-36

Sábado de la trigésima cuarta semana del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

Meditación de Gonzalo Manzano González

"No se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida"

Jesús parece decirme: El mundo pareciera ser grande, ruidoso, colorido, colmado de detalles. Todo eso en sí no es malo ni bueno, hasta cierto punto, es producto de una serie de consecuencias que comienzan todas en mi Padre. Pero el ser humano ha aportado enormemente para hacerlo llegar a su forma actual. ¿Será que esa libertad que ustedes ha ejercido sobre el mundo, los ha hecho marearse y perder el norte? ¿Tanta visión, tantos sonidos, los ha dejado ciegos y sordos? Quisiera que en verdad vieran lo efímero de todo eso, la falta de perspectiva que este espejismo produce. Incluso los más cercanos a Mí pueden perderse en el tumulto de los sentidos. No se pierdan.

Creo que los últimos seis años han estado cargados de ese agobio de la vida. A veces ha sido intolerable, otras veces he encontrado salvavidas pasajeros que me han ayudado a sobrellevarlo, o me han permitido mirar hacia otro lado, como si con eso hiciese que el agobio desapareciera. Pero otras veces me he refugiado en Cristo, y si bien el agobio no se ha ido, he logrado verlo de frente, no rehuirle y superarlo a punta de esfuerzo. Es como si la montaña rusa no se detuviera en sus altos y bajos vertiginosos, siguiera adelante veloz, pero Él me mantiene atado firmemente al asiento, y no deja que me caiga mientras grito en la bajada.

Señor Jesús, muchas gracias por regalarme la bendición de conocerte y reconocer tu amor por mí. Soy indigno de tanto cariño, pero sé que eso a Ti te da lo mismo, porque me amaste primero, diste tu Vida por mí en la Cruz, y me regalaste la oportunidad de alcanzar el Cielo a través de la propia donación de la vida, siguiendo tu ejemplo. Has dejado esa misma huella en mi Ideal Personal, que me guía para no embotar mi mente en medio del mundo. Quizás ese sea el mayor de los desafíos de mi vida, pero quiero seguir ahí, siempre disponible para ser tu instrumento, disciplinando mis sentidos para sentirte en el mundo. Quiero estar listo como tu Madre para llegar a tu encuentro.

AMÉN

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