Evangelio sábado 17 de febrero
Sábado 17 de febrero de 2024 | Gonzalo Manzano17 de febrero de 2024
Evangelio según San Marcos 3,1-6
Sábado después de Ceniza
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».
Meditación de Gonzalo Manzano González
"Sígueme"
Jesús parece decirme: Hoy te digo también "Sígueme". Mi camino es difícil porque incluye una cruz especialmente hecha para ti, con tus habilidades, virtudes, tus defectos y pequeñeces. Esa cruz es única, tal como lo eres tú. Es una cruz que sin Mí es bien difícil de cargar todo el camino, pero que conmigo es llevadera. Porque no cargas solo esa cruz, sino que voy contigo todo el camino, si me dejas ayudarte. Nada puedes hacer por ti solo, sino que en la humildad que cabe en tu libertad, puedes reconocerte necesitado de Mí y dejarte ayudar. Yo siempre estaré ahí para ti, si me invitas.
Esa es una palabra llena de autoridad. Está en mi seguirlo, ejerciendo mi libertad para ir con Él, pero me siento llamado a dar los mismos pasos, pero en realidad miro mi infinita pequeñez al lado de Jesús, y reconozco que será imposible hacerlo solo. ¡Qué duro es ver que mi propia soberbia me ata como un grillete y no me deja moverme! Quiero aprender a ser más dócil, así como Leví, porque no me interesa perderme la oportunidad que Él me ofrece, tendiéndome su mano tan amablemente, tan pacientemente. Encuentro tan torpe pensar que no necesito de Cristo para ser feliz. Me da mucha pena, sincera lástima, aquellas personas que así lo creen. Rezo por ellas.
Señor Jesús, no quiero ser fariseo, hipócrita, y andar mirando y juzgando a los demás, cuando soy yo el menos indicado para juzgar. Soy miserable criatura, y aunque tengo buena voluntad, me la paso perdiendo el tiempo en cosas que finalmente no me conducirán a Ti. ¡Que no me pierda, Señor! Necesito de Ti como el que más, y mi torpeza es grande. Tenme paciencia, para poder encontrar la verdadera felicidad siguiendo tus pasos, y ayúdame a no bajar los brazos en medio de la batalla de la vida que me has regalado. Te quiero mucho, y no quiero que mi torpeza me traicione, alejándome de Ti.
AMÉN