Evangelio miércoles 31 de agosto

Miércoles 31 de agosto de 2022 | Osvaldo Andrés Iturriaga

31 DE AGOSTO DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 4. 38 - 44

Miércoles de la Vigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba".

Siento como si el Señor me dijera "yo tengo el poder de hacer milagros, incluso que desafían la lógica y ciencias humanas. Pero no puedo obrar milagros en quienes no tienen fe. Si hay algo que te aqueja, algo de ti que quieres cambiar y que no puedes, ponlo en mis manos y pídeme con fe el milagro de la conversión. Yo estaré contigo y actuaré en ti, incluso en aquellas cosas que en tus fuerzas no puedes cambiar, siempre que abras tu corazón a la transformación y sanación que te ofrezco".

Soy consciente de que en mi vida hay ciertas cosas que me esclavizan, que hay pecados en los que caigo una y otra vez, que me impiden ser plenamente libre y acercarme a Dios. Pero he llegado a resignarme a que siempre estarán ahí, ya que haga lo que haga vuelvo a caer. Hoy el Señor me llama a no claudicar, a asumir totalmente mi debilidad y que en mis propias fuerzas nunca podré cambiar esas cosas, pero que Él sí puede obrar milagros en mí si es que yo se lo pido y permito que actúe en mí.

Querido Jesús, creo en ti y en que eres el Hijo de Dios, pero al mismo tiempo me cuesta tanto confiar en que tienes el poder de realmente cambiar todo eso que me aleja de ti. Ayúdame no sólo a creer de corazón, sino a abrirte esos espacios que por miedo o comodidad no logro abrir, para que estés presente en todas las áreas de mi vida y no ponga límites ni resistencias a tu acción transformadora. Dame la perseverancia para poder buscarte siempre y librarme de mis vanidades y egoísmos, de modo que seas sólo Tú quien actúa a través mío y ser un instrumento dócil en tus manos

AMÉN

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