Evangelio miércoles 24 de enero

Martes 23 de enero de 2024 | Osvaldo Andrés Iturriaga

24 de enero de 2024

San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia

Evangelio según San Marcos 4, 1-20

Tercer miércoles del Tiempo Ordinario

Jesús comenzó a enseñar a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no había mucha tierra, y brotó enseguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!" Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de Él junto con los Doce le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen enseguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".

Meditación de Osvaldo Iturriaga Berríos

"Los que reciben la semilla en tierra buena son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto"

Siento como si el Señor me dijera "¿cómo recibes la semilla de mi Palabra? ¿Está tu corazón realmente dispuesto a escucharla y dejarse transformar por ella? Si sientes que eres como la tierra con espinas, debes buscar cuáles son esas preocupaciones, deseos y seducciones que te impiden recibir con profundidad la palabra y dar fruto. Si eres como la tierra rocosa, busca qué cosas en ti son duras y se niegan a cambiar. Porque estás llamado solamente a ser la tierra buena, blanda y fecunda, esa que da frutos más allá de tus propias fuerzas e imaginación.

Hay pocos momentos en el Evangelio donde Jesús explica tan claramente una parábola, creando incluso categorías sobre cómo recibimos su palabra. Y probablemente cada vez que leo este pasaje, me siento en una categoría distinta, dependiendo de lo que esté sucediendo en mi vida. Pero incluso Jesús va más allá, diciendo que hay incluso quienes no les es dado entender nada. Me pone en alerta pensar que yo podría ser de esos que miran y no ven, si es que me alejo o me endurezco tanto que solo escucho lo que quiero escuchar. Hoy el Señor me invita a ser como esa tierra humilde, que se abre sin poner obstáculos y se deja convertir.

Querido Señor, gracias por invitarme siempre a seguirte, a escucharte y dejarme convertir por tu Palabra. Ayúdame a ser como esa tierra buena que te recibe sin trabas, profundamente, sin miedo a lo desconocido o a ser transformada completamente, para ser realmente fecundo y no quedarme solamente en las buenas intenciones. Ayúdame a no poner límites a tu acción en mí, que mis deseos no se interpongan, a ser realmente constante y buscarte siempre, sobre todo en los momentos de mayor duda y confusión.

AMÉN.

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