Evangelio miércoles 20 de septiembre
Miércoles 20 de septiembre de 2023 | Osvaldo Andrés Iturriaga20 de septiembre del 2023
Evangelio según San Lucas capítulo 7, 31 - 35
Miércoles de la décimo cuarta semana del Tiempo Ordinario
Santos Andrés Kim Taegon. Presbítero, Pablo Chon Hasang y compañeros Mártires.
Memoria Obligatoria
Dijo el Señor: «¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'. Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.»
Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos.
"¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?"
Siento como si el Señor me dijera "la dureza de corazón es algo que está presente desde siempre en las personas. El egoísmo, el velar por los propios intereses olvidando los de tu prójimo, el ponerte a ti mismo como centro del mundo, son cosas que toda persona lleva dentro. Por eso el llamado a seguirme implica siempre un llamado a la conversión, a dejar a ese hombre viejo que habita dentro tuyo, abandonando todo lo que te ata y te empequeñece, y abrirte a cambiar para ser un hombre nuevo y vivir plenamente, como tu Padre te ha llamado desde siempre a vivir.
Muchas veces me es fácil quedarme con la imagen de Jesús como el pastor compasivo que recibe a todos, sin importar lo que hayan hecho, pero me cuesta aceptar esta faceta dura, en la cual habla fuertemente contra quienes pecan de soberbia y autosuficiencia. Tal vez porque me hace enfrentarme a aquellas facetas mías que no me gustan, que me hacen darme cuenta que no soy todo lo bueno o justo que tantas veces caigo en la tentación de creerme. Hoy el Señor me recuerda que soy débil, que soy terriblemente imperfecto, y que necesito urgentemente de su gracia para poder salir de las cosas que me encierran en mí mismo.
Querido Señor, me es tan fácil alejarme de Ti y caer presa de mis juicios, de mis quejas, de mi afán justiciero. Enséñame a ser manso y humilde de corazón, para que mis palabras y pensamientos no sean para criticar, sino que para bendecir, para expresar agradecimiento por las maravillas que me rodean en tu creación, en las personas que pones en mi camino. Que no deje de aferrarme a Ti, para llenarme de tu Espíritu y ser realmente un instrumento tuyo en el mundo.
AMÉN