Evangelio miércoles 16 de febrero
Martes 15 de febrero de 2022 | Osvaldo Andrés Iturriaga16 de FEBRERO DEL 2022
Evangelio según San Marcos capítulo 8, 22 - 26
Miércoles de la Sexta Semana del Tiempo Ordinario
Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara. El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?". El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan". Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".
Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos
"Él tomó al ciego de la mano"
Siento como si el Señor me dijera "Cada vez que me lo pidas con fe, yo puedo también tomarte de la mano, guiarte y sanarte de aquello que te impide ver la realidad. Pero no sólo debes pedirlo con fe, sino que realmente debes querer sanar, desear en tu corazón ese cambio que sin duda cambiará tu vida y te podrá llevar a lugares que no esperas. ¿Confías en mí plenamente? ¿Quieres convertirte y dejarte guiar por mí, o prefieres seguir teniendo tú el control de tu vida, aunque eso te impida vivir plenamente?
Cuando pienso en mis debilidades o en mis pecados, me frustra darme cuenta que acarreo casi las mismas cosas por muchos años. Si bien tengo el anhelo permanente de ser un discípulo y un instrumento del Señor en el mundo, puedo ver que hay ciertos aspectos de mi vida que me "reservo" para mí, que no dejo entrar al Señor plenamente. Tal vez me da miedo imaginar a dónde me llevará el entregarme por completo, o que será de mi vida si realmente renuncio a esas cosas que de alguna forma me alejan de Dios y que me hacen centrarme en mí mismo o en mis propios intereses.
Querido Jesús, en diversos momentos de mi vida he podido experimentar la alegría de sentirme guiado por ti, al intentar ponerme a tu disposición sin reservas. Ayúdame a confiar en que Tú quieres lo mejor para mí, y que también lo conoces mucho mejor que yo, para poder entregarme a ti sin guardarme nada, incluso si no entiendo hacia dónde o por qué me llevas. Dame la calma para poder escucharte, y la sabiduría para comprender cuál es tu voluntad y no la mía.
AMÉN.