Evangelio miércoles 13 de septiembre
Miércoles 13 de septiembre de 2023 | Osvaldo Andrés Iturriaga13 de septiembre del 2023
Evangelio según San Lucas capítulo 6, 20 - 26
Miércoles de la décimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»
Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos.
"¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!"
Siento como si el Señor me dijera "Yo soy el que hace nuevas todas las cosas. Yo vine a subvertir lo que ustedes consideran como deseable, como éxito, como grandeza, porque ustedes muchas veces buscan lo grande donde no está; buscan la alegría y la plenitud en honores y reconocimientos vanos y pasajeros. Los elogios y las alabanzas humanas se las lleva el viento: podrán satisfacerte un tiempo breve, pero luego solo te dejarán vacío, esperando por más. Ocúpate solamente en hacer la voluntad de Dios y que Él te reconozca, y todo lo demás se te dará por añadidura".
Cuando me detengo a pensar por qué hago las cosas; qué es lo que espero al hacer mi trabajo o al tratar con las personas, siempre se asoma de alguna manera el afán de ser reconocido, de ser apreciado por otros, "caer bien". Pero sé que eso finalmente se convierte en una esclavitud, que ningún reconocimiento será suficiente, y que muchas veces buscar ese reconocimiento implica vender algo distinto a lo que soy realmente. Hoy el Señor me recuerda que Él mismo sufrió todo lo contrario a los elogios: el desprecio, las calumnias, la humillación pública, pero que luego de ese aparente fracaso antes los ojos humanos, fue elevado por el Padre.
Querido Señor, con tu testimonio de vida me muestras el camino a ser humilde y manso de corazón. Enséñame a liberarme del deseo de agradar y de ser reconocido, a aceptar con paz el hecho de que no puedo -y es de hecho imposible- caerle bien a todo el mundo, para poder servirte sin el peso de preocuparme qué pensarán otros de mí. Ayúdame a confiar en que Tú eres infinitamente más sabio que yo, en que Tú llevarás las riendas de mi vida mucho mejor que yo, y que solo en Ti finalmente podré ser plenamente lo que me llamas a ser.
AMÉN