Evangelio martes 7 de mayo

Martes 7 de mayo de 2024 | Juan Enrique Coeymans

7 de mayo de 2024

Evangelio según San Juan 16, 5-11

Martes de la sexta semana de Pascua

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?". Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, probará al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Meditación de Francisco Bravo Collado

"Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes"

Es como si Jesús me dijera: "Te conviene que no esté contigo. Te conviene que yo no esté físicamente ni hable contigo cara a cara, como hablaba a Pedro o a Juan. Para ti es mejor que no te visite, que no cocine contigo, que no parta el pan en el comedor de tu casa. Te conviene que no camine a tu lado, ni que te diga cuándo ni dónde echar tus redes de pescador de peces. No necesitas que te lave los pies antes de la cena, ni que te invite a permanecer en vigilia cuando tengo miedo."

Me molesta este texto porque echo de menos a Jesús. Me gustaría compartir con Él cosas concretas y cotidianas, que son las que más me gustan. Y cuando medito me doy cuenta de que mi actitud tiene algo de niño mimado. Y como no quiero ser un niño mimado trato de encontrar otra actitud y alguna explicación. Si lo que necesito es el Espíritu, entonces quiero aprender a desenvolverme en el Espíritu, y sublimar mis ganas de compartir con Jesús en un plano cotidiano y concreto: buscar el cielo.

Jesús, ¡cuánto quisiera encontrarte en mi día cotidiano! Hoy día quiero pedirte que me envíes tu Espíritu Santo y me bendigas con él para aprender a encontrar el camino que tu Padre tiene para mí. Que ese camino –que eres Tú: la verdad y la vida- sea claro, y que yo pueda reconocerlo y caminarlo con brío. Que al final de ese camino me encuentre con el Padre, y que Él me reconozca como su hijo pródigo desde lejos. Bendice con tu Espíritu también a todos los que caminan conmigo, para que yo pueda reconocer tu rostro en ellos.

AMÉN

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