Evangelio martes 30 de abril
Martes 30 de abril de 2024 | Juan Enrique Coeymans30 de abril de 2024
Evangelio según San Juan 14, 27-31a
Martes de la quinta semana de Pascua
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado". Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes
Es como si Jesús me dijera: "Te conviene que no esté contigo. Te conviene que yo no esté físicamente ni hable contigo cara a cara, como hablaba a Pedro o a Juan. Para ti es mejor que no te visite, que no cocine contigo, que no parta el pan en el comedor de tu casa. Te conviene que no camine a tu lado, ni que te diga cuándo ni dónde echar tus redes de pescador de peces. No necesitas que te lave los pies antes de la cena, ni que te invite a permanecer en vigilia cuando tengo miedo."
Me molesta este texto porque echo de menos a Jesús. Me gustaría compartir con Él cosas concretas y cotidianas, que son las que más me gustan. Y cuando medito me doy cuenta de que mi actitud tiene algo de niño mimado. Y como no quiero ser un niño mimado trato de encontrar otra actitud y alguna explicación. Si lo que necesito es el Espíritu, entonces quiero aprender a desenvolverme en el Espíritu, y sublimar mis ganas de compartir con Jesús en un plano cotidiano y concreto: buscar el cielo.
Jesús, ¡cuánto quisiera encontrarte en mi día cotidiano! Hoy día quiero pedirte que me envíes tu Espíritu Santo y me bendigas con Él para aprender a encontrar el camino que tu Padre tiene para mí. Que ese camino –que eres Tú: la verdad y la vida- sea claro, y que yo pueda reconocerlo y caminarlo con brío. Que al final de ese camino me encuentre con el Padre, y que Él me reconozca como su hijo pródigo desde lejos. Bendice con tu Espíritu también a todos los que caminan conmigo, para que yo pueda reconocer tu rostro en ellos.
AMÉN