Evangelio martes 28 de junio
Martes 28 de junio de 2022 | Juan Francisco Bravo28 DE JUNIO DEL 2022
Evangelio según San Mateo capítulo 8, 23 - 27
Martes de la Décimo Tercera Semana del Tiempo Ordinario
San Ireneo, Obispo, Doctor y Padre de la Iglesia. Memoria Obligatoria
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!". El les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
«¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!
Jesús parece decirnos: En ese grito hay dos elementos: Por una parte Yo estoy siempre con Uds. Aunque parezca que duerma, los acompaño. Y si Yo estoy con Uds. no tienen nada que temer. A Uds., igual que a los Apóstoles, les cuesta entender que Yo soy compañía permanente. Su fe en mi cercanía constante es muy débil y pequeña. Por otra parte, me hubiera gustado que no gritaran los Apóstoles, pero gritaron, y en su grito aparte de su desconfianza, había una afirmación radical: creían que Yo les puedo ayudar y sacar del apuro.
En cosas pequeñas me desespero, pero en cosas grandes y apuros enormes, he tenido la gracia de confiar en el Señor hondamente. El "Jesús confío en TI", de las Apariciones a Santa Faustina, se me hace realidad permanentemente, y me ha dado una paz grande en los problemas difíciles. Debo mirarlo a El siempre, no amilanarme por nada, y saber que sus manos llenas de amor están extendidas frente a mi todo el tiempo. Sí, Jesús es la persona en quien debo más confiar en mi vida.
Jesús, alegría de mi vida, Hijo eterno del Padre. Bendito seas por tu compañía permanente, incluso cuando creemos que estás durmiendo y no te preocuparas de nosotros. Ayúdame en los peligros, no solo físicos como una tormenta, sino esos peores, que son dejarme llevar por mi orgullo, soberbia, y mi impulsividad. En esos momentos de la prueba, calma tú los vientos del demonio que me azotan, haz que mi pequeñez ofrecida en las manos de María, se haga fortaleza y dominio, fidelidad y alegría pura y cristalina.
AMÉN