Evangelio martes 27 de septiembre

Lunes 26 de septiembre de 2022 | Juan Francisco Bravo

27 DE SEPTIEMBRE DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 9, 51 - 56

Martes de la Vigésima Sexta Semana del Tiempo Ordinario

San Vicente de Paul, Presbítero y fundador. Memoria Obligatoria

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?". Pero él se dio vuelta y los reprendió.
Y se fueron a otro pueblo.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

¿Quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?

Jesús me dice: "¿Quieres mandar caer fuego para consumir a los que amenazan? Te propones usar un poder que no sabes si tienes, y hacerlo con violencia, en una acción que no tiene vuelta atrás. ¿Te propones hacerlo en mi nombre? Racionalizas que no lo haces por ti, que no es para demostrarte a ti mismo que tienes algo de poder, que lo haces en castigo de quienes no me alojaron. Y yo te pregunto: si tienes esta fe tan grande para creer que te corresponde a ti usar el poder de los cielos para dañar a tus hermanos ¿por qué, entonces, no tuviste la misma fe cuando estábamos en el lago y tenías miedo de naufragar?"

Jesús me interpela en este texto. Me llama a observar mi intención al usar mi poder personal. Porque sé que tengo un gran poder personal. Lo he visto desplegarse. Y sé que hay más, que queda potencial por trabajar, por ofrecer y por descubrir. Me gusta saber que tengo un gran poder y, al igual que los apóstoles, me veo en la tentación de buscar excusas para usarlo frente a los demás, validándome a través de él. Jesús me llama a usar ese poder con templanza. Con sabiduría. Sin buscar aplausos. Y a aprender a usarlo de forma especial en mí mismo, para mí, en la intimidad que solo ve mi Padre del Cielo.

Jesús, gracias por este texto que me regalas y que permite que me encuentre contigo. Gracias porque, a través de esta meditación, veo cosas que no había visto antes. Tú eres sabio y bueno, y despliegas tu cariño a través de toda la creación. Tú nos dejas tu palabra para que nosotros la tomemos y la hagamos vida. Regálame la alegría de que tu palabra se haga vida en mí. Enséñame a reconocer y honrar mi poder personal, y ocuparlo con decisión y sencillez. Hazme sereno en la tempestad. Hazme generoso y compasivo en el enojo. Dame la seguridad de saberme sostenido por el Padre aún en la mismísima cruz.

AMÉN

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