Evangelio martes 20 de febrero
Martes 20 de febrero de 2024 | Juan Enrique Coeymans20 de febrero de 2024
Evangelio según San Mateo 6, 7-15
Primer martes de Cuaresma
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así: "Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal". Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
"Cuando oren no hablen mucho"
Jesús diciéndome: "Cuando ores, no hables mucho. Escucha más. Está presente. Habita en el momento. Habla sencillo. Si hablas sencillo te presentarás ante mí de forma sencilla. Recoge y bendice todas las formas de rezar que yo he ido poniendo en el camino de tu vida. No tengas miedo de encontrarme en formas nuevas o que otros no consideran oración. Date permiso para experimentar la unión conmigo en la forma en que ella se presente: hablando, callando, bailando, cantando, en una ducha fría, en un día de ayuno, en el disfrute de una comida rica, en el descanso, haciendo ejercicio. Todo está hecho para el hombre. Ábrete."
Cuando leo este texto pienso en las formas de rezar que se me han mostrado. Todas son formas de encontrarme y experimentar un diálogo con Dios. En algún momento no me gustaba rezar oraciones repetidas, leídas o aprendidas de memoria; pero he aprendido a valorar el tesoro que hay en esos rezos. Estos últimos años ha sido bonito aprender a rezar con silencio. También con el cuerpo: buscando o quitando calor, movimiento o alimentos. O respirando. Me doy cuenta de que una y otra vez ha habido en mi vida gente generosa que me ha mostrado nuevas formas de rezar y de unirme a Dios. Me siento lleno de gratitud con ellos y la Providencia.
Jesús: aquí estoy. Pon Tú las palabras de mi rezo. O no las pongas y déjame habitar el silencio que me ofreces para encontrarte. Pero, pase lo que pase, dame el regalo de encontrarme contigo. Que te reconozca y te pueda servir a través de estos encuentros. Gracias porque eres el verbo que se hace carne, y que he podido vivenciar con claridad tu presencia mucho más allá de la palabra y de las ideas: te he encontrado en mi vida y en mi cuerpo. Gracias porque te haces carne en la Eucaristía. Gracias porque te haces carne en mis hermanos y en la naturaleza. Gracias porque a mí también me llamas a corporalizar tu presencia en el mundo de maneras tan lindas y novedosas.
AMÉN