Evangelio martes 2 de enero

Martes 2 de enero de 2024 | Juan Enrique Coeymans

2 de enero de 2024

Evangelio según San Juan capítulo 1, 19-21

Martes de la Feria de Navidad

Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy.» «¿Eres tú el Profeta?» Respondió: «No.» Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?» Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.» Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.» Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Meditación de Francisco Bravo Collado

Él confesó sin reservas: "Yo no soy el Mesías."

Hijos míos: "Ustedes no son el Mesías, pero sí pueden decir con propiedad que son reyes y profetas. Pueden decir que son amigos míos. Pueden llamarse hijos de mi Padre. Pueden considerarme a mí como a un hermano. Mi mensaje es un mensaje que aún ahora, dos mil años después, es novedoso: no soy un gran rey, sino que soy un niño que llega en un pesebre; no soy un caudillo, sino que un servidor que muere por ustedes. Los que quieran seguirme a Mí, que se sumen a esta nueva dignidad de Hijos de Dios. Dignidad de Resucitados, que no puede abrazarse sin abrazar, al mismo tiempo, la cruz."

La actitud de Juan es una lección de hombría y de humildad, pero también muestra cómo cambian las perspectivas a partir de Jesús. Juan confiesa que no es el Mesías, un profeta ni Elías. Pero, a partir de Jesús, esa actitud ya no vale más. Con el mensaje de Cristo, los cristianos podríamos responder diferente a como lo hizo Juan Bautista, porque sí somos hijos de Dios. Y mediante el bautismo también somos reyes, sacerdotes y profetas. Jesús sorprendió al judaísmo, que temía la cercanía con Dios, tratando a los suyos como amigos y no como criados. Los trató como hijos y no como súbditos. Y, además, murió gratuitamente por ellos.

Yo te bendigo, Señor, porque has enviado a tu Hijo a la tierra a abrir nuevas puertas y a modificar la forma en la que nos vinculamos. Gracias por acercarte a nosotros primero como un niño indefenso que no tiene ni siquiera dónde nacer, y finalmente como un hombre, pobre y sencillo, pero que no transa con la mentira y que es capaz de mantenerse firme en la verdad hasta la muerte. Gracias porque te dejas golpear, escupir y burlar injustamente por amor a nosotros. Enséñame a ser cariñoso como Tú, hasta el extremo.

AMÉN

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