Evangelio martes 2 de abril
Martes 2 de abril de 2024 | Juan Enrique Coeymans2 de abril de 2024
Evangelio según San Juan 20, 11-18
Martes de la octava de Pascua
En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice. «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro"». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».
Meditación de Francisco Bravo Collado
"... porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto"
Siento como si la Magdalena me estuviera diciendo desde el texto: "Ama tú también a mi Señor. Ámalo con toda tu alma. Ámalo sin reservas. Ámalo aun sabiendo que habrá pérdida y muerte. Ámalo dispuesto a morir de amor por Él. Ámalo aún si has perdido toda esperanza de resurrección. Aprende a amar sin ningún freno. Aprende a vaciarte completamente de ti. Deja de detener tu capacidad de amar por miedo a que se rompa tu corazón o por miedo a perder. Destierra de ti el miedo a perder. ¡Que tu amor sea tan fuerte y salvaje que esté dispuesto a perder! Ámalo a Él con toda la pasión que puedas desarrollar. Así vale la pena vivir: amando con todo."
Me sorprende encontrarme con la Magdalena de forma tan personal en este texto. Me emociona la forma en que ella formula su respuesta a los ángeles. Puedo imaginármela con el corazón roto, llorando, devastada y agotada. Habla de "se han llevado mi Señor". El suyo, el que le llenó el alma, el que le importa. ¡Tiene tanta pena! ¡Necesita saber dónde está el cuerpo del hombre que ha amado tanto! Me gustaría amar así a Jesús tanto como ella. Me gustaría tener con Jesús una relación tan personal como la que ella tuvo.
Magdalena, mujer y amiga, enséñame a amar sin frenos. Intercede por mí ante tu Amado para que se me regale un corazón tan puro y amoroso como el tuyo. Enséñame a amar como tú amas. Enséñame a ser valiente como tú: amar sin miedo al rechazo. Sin miedo a la pérdida. Gracias por amarlo a Él aún en la desolación de la muerte. Gracias por buscar su cadáver entre los muertos, por guardar ese respeto con tanto cariño. Pide para mí un amor profundo e indomable, un amor que no conozca ninguna frontera, ni siquiera la de la muerte.
AMÉN