Evangelio martes 12 de diciembre
Martes 12 de diciembre de 2023 | Juan Enrique Coeymans12 de diciembre de 2023 Adviento
Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América
Evangelio según San Lucas 1, 39-48
Martes de la segunda semana de Adviento
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
"Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".
Siento que María me dice: "Canta conmigo las maravillas que ha hecho el Señor en nosotros. Maravillas en mí y también en ti. Y no por separado, sino que en nosotros juntos. Ven, y vuelve a tu amor primero, y enamórate nuevamente de tu misión, que no es misión tuya solo, sino que es misión tuya y mía. Es un regalo que el Espíritu, mi esposo, puso en tu corazón, para que sirvas a mi hijo Jesús conduciendo hacia la mesa del Padre. Ven, que tú y yo tenemos mucho trabajo, y este trabajo es precioso y alegre, y va a fecundar y bendecir toda la tierra y a todas las personas que estén en tu camino".
Me sorprende eso que sintió María. Debo reconocer que esta felicidad que veo en el texto jamás la imaginé en ella. Mi visión de María siempre había sido, por un lado, de una niña inocente y pura, o bien, por otro lado, de una mujer recia y valiente. Me sorprende este texto, especialmente, cuando lo comparo con la profecía de Simeón, quien le dice que 'una espada le traspasará el alma'. Creo que María, en este texto, me llama a cantar con ella el magníficat. Me siento invitado a mirar la misión con más equilibrio. Con responsabilidad y sentido de urgencia, pero también con gratitud y alegría.
¡Madre, amiga, compañera! ¡Qué lindo encontrarme contigo! ¡Qué alegría ser, una vez más, tu aliado para construir un mundo nuevo! Bendíceme con tus manos maternales y cuenta conmigo en esta misión. Yo no puedo hacer nada sin ti. Y tú, sin mí, estás con las manos atadas. Cantemos juntos la grandeza del Señor, que ha hecho maravillas en nosotros. Bendice a través de mi trabajo y mi alegría a tu Iglesia y a todos tus hijos. Bendice a mi familia, a mi mujer y a mis hijos. Hazme recio, servicial y fértil. Dame alegría en el servicio.
AMÉN