Evangelio martes 11 de octubre

Lunes 10 de octubre de 2022 | Juan Francisco Bravo

11 DE OCTUBRE DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 11, 37 - 41

Martes de la Vigésima Octava Semana del Tiempo Ordinario

Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer. Pero el Señor le dijo: "¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?
Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Y todo será puro

Jesús dice: "Así eres tú también. Te arreglas por fuera. Cambias por fuera. Mejoras por fuera. Y te das cuenta cómo, cada vez que te mando un mensaje o una visión que te puede comprometer frente a tus hermanos, principalmente con aquellos que están más cerca de ti, lo tapas. Tapas cada vez que te hago ver algo que te permitiría mejorar. Y así no haces más que huir de ti mismo. Porque esa incomodidad que pongo ante ti es para que dejes atrás todo eso que no eres tú. Deja de aparentar. Deja de lavar las manos por fuera y entrégalo todo como regalo a quien lo necesite, porque solo así estarás puro".

Me siento profundamente interpelado por este texto. De hecho, hoy mismo me descubrí respondiendo de una forma muy freudiana, ¡caricaturísticamente freudiana!... y, en vez de prestar atención para ver qué es lo que había ahí; en vez de actuar con curiosidad y preguntarme qué podría aprender; me dije a mi mismo: "no pasa nada, ojalá que nadie se haya dado cuenta, sigamos adelante...". Veo así que, si bien estoy dispuesto a limpiar partes de mi vaso, estoy más preocupado de aparecer limpio que de buscar aquellas piezas que afectan mi pureza. Y así podría perder oportunidades de crecer.

Jesús, quiero aprender a mirar bien qué está pasando en mí. Gracias por llamarme a mirar con cuidado lo que estoy haciendo. Bendito seas, porque vienes a desafiarme amorosamente, invitándome a que lo que haga sea sincero. Quiero aceptar tu invitación, Señor. Ven y ayúdame a limpiarme, porque al igual que los fariseos de tu evangelio estoy lleno de voracidad y perfidia. Ven, porque esa voracidad y esa perfidia no son más que un grito de ayuda para que llenes mi vida de Ti, Señor. Cura, limpia y sana mi corazón. Dame un corazón sencillo.

AMÉN

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