Evangelio lunes 30 de octubre
Domingo 29 de octubre de 2023 | Bernardita Marín Paul30 de octubre del 2023
Evangelio según San Lucas 13, 10-17
Lunes de la trigésima semana del Tiempo Ordinario
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.» Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta, que es hija de Abraham, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
Bernardita Marín Paúl
"Satanás ha tenido atada dieciocho años"
Creo que el Señor me quiere decir; quiero sanarte, ver tu herida, muéstramela parar hacer algo por ti. Tú estás, antes que todo. Si me necesitas estaré, tu dignidad de persona herida es lo primero para Mí. Estoy permanentemente dispuesto a sanarte. Primero debes reconocer tu falta, pecado, mirar tu dolor y herida. Hazla consciente para yo poder entrar. ¡¡Invítame!! Sueles mirarte con mucha benevolencia y apertura, no ves la falta y el desamor enquistado en tu vida. Las enfermedades físicas se manifiestan en síntomas, las enfermedades del alma, no se ven y van lentamente destruyendo, enrareciendo relaciones y personas. Tristeza, angustia, competencia, envidia, van tomando tu personalidad.
Qué duro y difícil es caer en la cuenta de las enfermedades del corazón. Que importante es ir dominándose, y encauzando la personalidad. Somos hijos de Dios, pero nuestra humanidad y el contacto con las fuerzas de este mundo, van deteriorando, nuestra pureza, lealtad. El Señor me pide que me sane ahí, en todo lo que no permite crecer, ni amar de verdad. Gobernarme por el que más me ama, por Dios, que me quiere, amable, pura en las intenciones, alegre y agradecida, por la vida bendecida que tengo. Todo va pasando y mi Señor está ahí esperando para sanarme, para que mi caminar sea liviano y abundante en amor.
Querido Señor, regálame tu sanación, hazme digna de ti, mírame y sana hasta lo que no soy capaz de ver. La vida me corre tan rápidamente, y se sobrevive a tanto requerimiento. Es tan fácil caer en la angustia como forma de enfrentar problemas. Ayúdame a saber dónde debo sanar mi mente y mi alma para avanzar y amar. Amarte es amar con toda mi fuerza y ganas, darme y entregarme para el bien de otros, olvidándome de mí
AMÉN