Evangelio jueves 8 de febrero

Miércoles 7 de febrero de 2024 | Osvaldo Andrés Iturriaga

8 de febrero de 2024

Evangelio según San Marcos 7, 24-30

Quinto jueves del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Se alojó en una casa, procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era griega, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: «Deja que coman primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los hijos.» Pero ella replicó: «Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.» Él le contestó: «Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Meditación de Sebastian Castaño Fueyo

«Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.»

Jesús parece decirnos: la fe de esta mujer pagana sobrecogió mi corazón. A través de lo ocurrido con ella y su hija, les demuestro que todos están llamados a saciarse con mi amor y recibir misericordia. Ella estaba necesitada de mi misericordia, y vean su humildad para ponerse a mis pies, su insistencia para buscar mi acción; y su esperanza para esperar que mi amor transforme la vida de su hija. Igualmente, Yo estaré atento a tu llamado y así irás descubriendo el camino que Dios tiene para ti, e irás encontrando, en paz, las respuestas que buscas.

Esta mujer que no conocía a Jesús, que no era del pueblo de Israel, me demuestra que no hay barreras con Jesús. También me enseña la importancia de interceder por otros ante Dios. ¿Cuánto tiempo dedico a rezar por otros: mi esposa, mis hijos, mis padres, amigos y otros que estén pasando por un momento difícil? Esta mujer se postró ante Jesús con decisión y esperanza. Y con insistencia solo le pidió unas "migajas" confiando que eran suficiente para sanar a su hija ¿Soy un necesitado del favor de Dios y un humilde agradecido de los regalos que nos da a mí y a otros?

Querido Jesús, gracias por estar siempre disponible para escucharme sin barreras. Sé que debo buscar escucharte con más atención, en más momentos del día, y buscarte con más perseverancia. Quisiera tener esa humildad y esperanza de aquella mujer, pero sabes que me cuesta. Jesús, fortalece mi fe en tu amor y en tu poder transformador, y concédeme la gracia de sentir, con humildad, la permanente necesidad de tu favor. Solo una palabra tuya es suficiente para sanarme.

AMÉN.

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