Evangelio jueves 25 de agosto

Miércoles 24 de agosto de 2022 | Sebastián Castaño

25 DE AGOSTO DEL 2022

Evangelio según San Mateo capítulo 24, 42 – 51

Jueves de la Vigésima Primera Semana del Tiempo Ordinario

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará', y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.

Jesús parece decirme: estoy en medio de ustedes buscando encontrarlos, en su vida diaria, para continuar sirviéndolos. Así mismo, espero que cada uno de ustedes viva buscando amar al prójimo y a Dios. Se trata de vivir con esa esperanza de un encuentro definitivo conmigo cuando pasen de este mundo a la vida eterna. Más que pensar en un juicio en el último día, piensa en cómo vivir una vida haciendo el bien, procurando compartir con otros la alegría de ser cristiano.

El Señor me habla claramente de no caer en vivir encerrado en lo mundano sin mirar más allá: hacia la vida eterna de mi alma. Es un misterio de Fe, con preguntas que no me obligo a responder, pero que acojo con tranquilidad y esperanza. La vigilancia creo que la puedo lograr con la oración, con salir al encuentro de otros, con la participación en la Eucaristía, y reconociendo que Jesús ha estado y estará presente en mi historia como siempre: silenciosamente, pero hondamente cercano.

Querido Jesús, por tu enorme amor y muerte en la cruz nos abriste la puerta hacia la verdadera felicidad eterna. Concédeme Señor, poder vivir con fe y con esperanza en la vida eterna. Y que ese camino que tú me señalas me permita ver lo que realmente es importante en mi vida. Lo que hago, lo que tengo, mi familia, mis amigos, el trabajo, que todo lo vea a través de tu mirada para así estar preparado para el encuentro definitivo que sólo tú sabes cuándo será.

AMÉN

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