Evangelio jueves 18 de abril
Jueves 18 de abril de 2024 | Osvaldo Andrés Iturriaga18 de abril de 2024
Evangelio según San Juan 6, 44-51
Tercer jueves del tiempo de Pascua
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios". Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
"Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre".
Jesús parece decirnos: quiero entrar en tu vida y alimentar tu alma. Les entrego mi cuerpo y mi sangre como verdaderos alimentos de Vida para ustedes. En cada Eucaristía, me hago presente en el altar y ofrezco mi cuerpo, en forma de una simple hostia, para intentar cada vez alimentar tu espíritu. Intenta recibirme con humildad, con un corazón abierto, con fe, con perdón, con alegría, y con el profundo anhelo de que Yo permanezca en Ti y sea tu inagotable fuente de gracia para la vida.
Jesús se revela como nuestro alimento del alma. En cada Eucaristía, es Cristo quien se ofrece como alimento para saciarnos. Por nuestra parte, el desafío está en vivir, en cada Eucaristía, ese encuentro con Jesús y dejarnos alimentar con su gracia. Debo mirar con mayor profundidad la imagen de Jesús en la Cruz, para recordar y hacer presente que su muerte por nosotros es nuestra verdadera fuente de vida, que nos permite experimentar la resurrección y la verdad, mientras caminamos hacia el encuentro definitivo con Él.
Querido Jesús, te doy gracias por ofrecerte fielmente a nosotros y porque estás presente en el Sacramento de la Eucaristía donándote humildemente a tus hermanos que se reúnen en torno a Ti. Jesús, quiero poder recibirte como lo hizo María, con un corazón verdaderamente abierto y estar en permanente búsqueda de tu encuentro. Líbrame, Señor de la falta de fe y de cualquier egoísmo que me impida recibirte plenamente. Que con la ayuda de María pueda compartir el amor queTú nos regalas, con quienes pones a nuestro lado.
AMÉN