Evangelio jueves 11 de enero
Jueves 11 de enero de 2024 | Osvaldo Andrés Iturriaga11 de enero de 2024
Evangelio según San Marcos capítulo 1, 40-45
Jueves de la primera semana del Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.» Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.» Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
"Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo": «Quiero: queda limpio.»
Jesús parece decirnos: vine al mundo y me hice hombre para poder vivir vuestro dolor y poder sanarlos de sus heridas. Reparen en el leproso, un excluido de la sociedad porque no podía encontrarse con nadie, y con esa carga tuvo la fortaleza y la humildad para salir a mi encuentro y exponerme sus heridas, buscando con fe y esperanza que Yo pudiera sanarlo y devolverle su dignidad. Aquí estoy para Ti, hoy y siempre, atento y dispuesto a cargar tus dolores y compartir la vida contigo, solo necesito que te acerques con fe y esperanza.
¿Examino cuáles son mis "lepras" que me excluyen del encuentro con Jesús y también de otros? ¿Qué hago frente al dolor de otros... me justifico para ignorarlos o me arriesgo para ir a su encuentro? Me impresiona la forma en que el leproso se acerca a Jesús. Sabe reconocer que Jesús lo ama y entonces entiende que no podría negarse a sanarlo. No le exige a Jesús, sino que se entrega a Él con humildad para aceptar ser transformado y sanado. Jesús quiere que me acerque a Él sin condiciones, y eso me cuesta porque caigo en intentar acomodar mi fe.
Querido Jesús, gracias por tu fidelidad y paciencia para esperar que vayamos a tu encuentro. Tú conoces mis heridas, ayúdame a saber presentártelas con humildad y a querer que Tú realmente las sanes para siempre. Perdón Señor por no abrir completamente la puerta de mi corazón a tu acción transformadora. No dejes Señor que me aleje de Ti, ni de aquellos a quienes quieres tocar a través de nuestras manos. Dame la fuerza para ir al encuentro y buscar tu acción misericordiosa.
AMÉN