Evangelio domingo 7 de abril

Domingo 7 de abril de 2024 | Juan Francisco Bravo

7 de abril de 2024

Evangelio según San Juan 20, 19-31

Cuasimodo y Fiesta de la Misericordia Divina

Segundo domingo del tiempo de Pascua

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Meditación de Francisco Bravo Collado

"Como el padre me envió a Mí"

Es como si Jesús quisiera decirme: "Los envío a ustedes como el Padre me ha enviado a Mí. No os envío seguros, ni cómodos, ni rodeados de privilegios; sino que lo hago tal como el Padre lo hizo conmigo: a ofrecerse por entero, a dar la vida, a consolar a los tristes, sanar a los enfermos. Los envío con riesgo de su vida, con posibilidad de perderlos. Pero también los mando a una visión bella: a conocer y mostrar el amor; a ser hijos, amigos, hermanos, esposos y servidores. Alégrense y tengan paz, porque ese camino, que es difícil, es también el camino más hermoso y pleno para ustedes. Los llamo a algo grande y bello."

Muchas veces, cuando pienso en los apóstoles en el cenáculo, me los imagino hablando mucho. Muy elocuentes. Pero en realidad, debió haber sucedido algo muy diferente: los apóstoles con miedo, y Jesús abriéndole los ojos. Pero el Jesús que ellos vieron recién había muerto, lo habían visto caer, ser azotado. Y cuando este Jesús envía a sus discípulos como el Padre lo envió a Él, ¡no debe haber sido muy fácil! El camino de Jesús es duro. Pero más allá de toda la dureza, el rasgo distintivo de Jesús –el amor- es lo que permanece. Y por eso, a pesar de todo, hay Paz.

Jesús: gracias por enviarme tu Espíritu Santo, tu soplo. Gracias a Él me envías a mí como el Padre te envió a Ti. Reconozco que me atemoriza el salto de ponerme a tu disposición, pero quiero seguirte aunque eso me signifique Cruz y calvario. Envía nuevamente tu Espíritu a mostrarme que Tú estás conmigo. Regálame la certeza de que Dios es Padre, que guía y conduce, y que me quiere. Dame fecundidad, celo apostólico y sencillez al mostrarte a Ti. Transfórmame en tu instrumento fiel, para caminar con los míos hacia la mesa del Padre.

AMÉN

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