Evangelio domingo 6 de agosto
Domingo 6 de agosto de 2023 | Juan Francisco Bravo6 de Agosto de 2023
Evangelio según San Mateo capítulo 17, 1 - 9
Domingo de la décimo octava semana del Tiempo Ordinario
Fiesta de la Transfiguración del Señor
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo". Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
"Su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz"
Jesús me dice: "Levántate. No tengas miedo. Esto que has experimentado, este rostro luminoso, estas vestiduras blancas, estos profetas que se presentan en la montaña, estas ganas de quedarte aquí en oración, todo esto viene a transformarte y darte fuerzas para que actúes
en tu vida cotidiana. Así que no temas. No temas que esto sea un chispazo de luz que vas a olvidar. Por el contrario, deja que esta luz te transforme. ¡Y despeja el campo para que el Espíritu Santo actúe en ti! Porque no va a actuar si tú no estás haciendo lo necesario. Deja que el milagro lo haga Yo."
He experimentado epifanías en la montaña. Pero después, cuando he vuelto a lo cotidiano, ha sido difícil mantener el entusiasmo que sentí arriba. Y se han desdibujado los propósitos que había hecho ante el rostro luminoso de Jesús. Hoy rezo y pido voluntad. Quiero tener la voluntad de sostener los sueños que surgieron en mis epifanías. Para eso pido la ayuda del Espíritu Santo. Y además me preparo diligentemente. Utilizo mis herramientas: mi horario espiritual, mi calendario, mi lista de tareas. Me apoyo en las personas que me rodean y pueden ayudarme. Así permito que el Espíritu Santo me encuentre disponible como tierra fértil.
Jesús, gracias por enviar tu Espíritu en momentos de oración, de meditación o de encuentro
contigo. Envíalo también en lo cotidiano. A mi escritorio del trabajo. A las llamadas con mis clientes y a mis reuniones. En medio de mis hijos que me piden algo cuando yo estoy tratando de concentrarme en otra cosa. A mi intimidad con mi esposa. Que venga y se haga presente en el encuentro con mis amigos y familiares. Que participe incluso en las distracciones que me sacan de mi centro o de mi propósito. Yo me comprometo a organizarme para que haya un campo disponible para tu semilla, Señor.
AMÉN