Evangelio domingo 27 de febrero
Sábado 26 de febrero de 2022 | Juan Enrique Coeymans27 de FEBRERO DEL 2022
Evangelio según San Lucas capítulo 6, 39 - 45
Domingo Séptimo del Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "¿Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol sano que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa del corazón habla la boca».
Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria
Cada árbol se conoce por su fruto
Pareciera que Jesús nos dice: Los criterios para juzgar situaciones o personas son sencillos, como todas las cosas en el Reino de los Cielos. Si una persona da frutos buenos, es decir, es una persona que ama, que sirve, que ayuda al que necesita, que da paz a los demás cuando conversa con ellos, que es capaz de perdonar cuando alguien lo haya ofendido, es un árbol es decir es una persona que da frutos buenos, es un árbol mío un árbol mío, es una persona que me representa,
Cuando uno juzga a las demás personas, no debe fijarse solamente en los errores y caídas en las cuales hubieren cometido o hayamos observado, porque junto a la miseria están también todas las obras buenas que hayan realizado, y como es difícil saber las obras buenas porque los demás siempre se fijan fuertemente en las miserias del prójimo, es mejor no juzgar, y partir mirando al otro con ojos de misericordia, que son por los demás los ojos con que el Padre nos mira.
Señor Jesús, te adoro como mi Dios y Señor, que murió por mí. Te pido la gracia de ser siempre misericordioso, de no andar juzgando a las personas sino mirarlas como Tú las miras. Haz que mi vida, sea un continuo querer asemejarme a Ti, y dame las gracias por eso de dar siempre buenos frutos en tu nombre y con tu fuerza. Haz que mi vida, no sea un pasar, sino un luchar, para combatir todas las fuerzas negativas que merecen ser erradicadas de mi corazón y de mi vida.
AMÉN