Evangelio domingo 26 de junio

Domingo 26 de junio de 2022 | Juan Enrique Coeymans

26 DE JUNIO AL 2 DE JULIO DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 9, 51 - 62

Décimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?". Pero él se dio vuelta y los reprendió.
Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".

Jesús pareciera decirnos: Esta escena de mi vida querido hijo, es dura, y difícil de entender. Pero es muy simple. Seguirme no es algo entretenido y fácil. Hay que entregarse con todo el corazón, y Uds. tienen que estar dispuestos a sacrificios grandes, tienen que dejar amores, y muchas realidades que a Uds. les alegran, pero que pueden detener su entrega al Reino. Si Uds. creyeran de verdad en el mundo sobrenatural, en el mundo nuestro de la Trinidad,
encontrarían que toda entrega es poca para el premio de vivir para siempre en un torbellino de amor como es la Trinidad y la vida eterna.

En mi vida me falta muchas veces el meditar en la vida eterna. Mi fe se alimenta en muchas situaciones, de ritualismos, de formas, pero carezco el ahondar y darme tiempo en el misterio del Reino. Es cierto que medito, pero no todos los días, y eso hace que mi vida sea mediocre. Me hace falta más sentido del silencio, para tener claro en mi corazón, que todo sacrificio es nada delante del premio de la vida junto a la Trinidad y María y todos los santos.

Señor Jesús, te adoro de todo corazón, te agradezco por tu amor incondicional y fiel. Has sido conmigo muy misericordioso, me estás siempre esperando, y te respondo en varias ocasiones arrancando de las dificultades . Señor, dame fuerzas para entregarme todos los días a realizar la voluntad del Padre manifestada en ese lenguaje gestual con el que nos comunica sus deseos. Señor Jesús, bendito seas ahora y siempre por tu fidelidad y tu cariño en mi vida.

AMÉN

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