Evangelio domingo 21 de enero

Domingo 21 de enero de 2024 | Juan Francisco Bravo

21 de enero de 2024

Evangelio según San Marcos 1, 14-20

Tercer domingo del Tiempo Ordinario

Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

Meditación de Francisco Bravo Collado

"Dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros"

Es como si Jesús me dijera: "Tú sientes celos del llamado que hice a estos apóstoles, quisieras ser pescador de hombres, y te apena el que yo te haya llamado a ser pescador de peces. Persevera. Sígueme desde ahí donde estás; trabaja en tu trabajo y con tu gente. Pesca peces y no hombres. Pero pesca bien, con inteligencia, con responsabilidad, con alegría y respeto por todo lo que haces. Ama al mar, a tu tripulación y los que vienen a comprar tu pesca. Trae mucho alimento para mis hijos. Y, de esa forma, a través del trabajo cotidiano, serás como levadura para los hombres que te rodean, los de todos los días."

Inicialmente siento celos, como si el llamado que Jesús me hace a mí fuera menos poderoso que el que hace a Simón, Andrés, Santiago y Juan. Quisiera que el llamado de Jesús fuera más espectacular, más público, más evidente. ¡Como el de ellos! Quisiera que mi llamado fuera más fácil de seguir. Ellos dejan las redes y se dedican por entero a la Iglesia; yo no dejo las redes y debo dedicarme a la pesca cotidiana, laboriosa y prosaica. Yo no soy un apóstol de multitudes ni un pescador de hombres, sino que soy como Zebedeo. Soy un pescador de peces. ¡Y me llena de alegría ver que engendro apóstoles cada vez que hago bien mi trabajo!

Bendito seas, Señor Jesús, porque a cada uno das lo suyo; bendices a cada uno con tu llamado lleno de sentido. Gracias por este Evangelio que me hace reencontrarme con mi vocación de trabajador. Dame fidelidad a mis responsabilidades, a mis colaboradores, a mis socios, a mis clientes y a mi familia. Regálame quedarme como Zebedeo: con los jornaleros, trabajando todos los días, creando formas nuevas y mejores de aportar a mis hermanos. Que mi trabajo sea fecundo y que engendre muchos apóstoles para tu reino.

AMÉN

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