Evangelio domingo 20 de febrero
Sábado 19 de febrero de 2022 | Juan Enrique Coeymans20 de FEBRERO DEL 2022
Evangelio según San Lucas capítulo 6, 27 - 38
Domingo Séptimo del Tiempo Ordinario
Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Pareciera que el Señor Jesús nos dice: la medida del amor de Uds. es el amor sin medida. Cuando les digo en mi predicación que sean perfectos como el Padre celestial es perfecto, no es una perfección ética o moralista la que espero de Uds., sino solo la perfección del amor. Toda obra de misericordia, expresión del amor grande que espero de Uds. ss perfección como la del Padre. Aunque sea casi nada delante Suyo, sin embargo, es lo suficiente para que Uds. puedan intuir y gozar la presencia y el amor arrollador del Padre.
Las exigencias de Jesús para ser misericordiosos no son populares, cuando las escucho o leo, prefiero arrancar de ellas, porque no son algo que me salga natural. Sin embargo, cuando reflexiono más a fondo, me doy cuenta que esa actitud de amar incluso a los que no son amigos nuestros, trae una felicidad muy grande. Nos asusta actuar en contra de nuestros instintos, pero nos olvidamos que esas actuaciones nos traen alegría y paz al corazón y nos hacen felices
Señor Jesús, bendito y alabado seas por tu amor, porque Tu nos enseñaste a amar como ama el Padre. Te pido la gracia de amar como amas a Tu, con sencillez y humildad, Tu que eres el Salvador y el Hijo eterno del Padre. Me inclino ante Ti, y te adoro de todo corazón, y cuando tenga que hacer algún acto de misericordia, me acuerde en el silencio de mi corazón,
de qué manera lo harías Tu: que nadie lo sepa, que nadie lo vea, y que jamás eche en cara lo que hice.
AMÉN.