Evangelio domingo 17 de abril

Sábado 16 de abril de 2022 | Juan Enrique Coeymans

17 de ABRIL DEL 2022

Evangelio según San Juan capítulo 20, 1 - 9

Domingo de Pascua de Resurrección

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

Pareciera que el Señor Jesús me dice: Juan llegó primero, y este en un gesto de deferencia esperó a que llegara Pedro y entrara primero. Estos pequeños detalles son señales de algo que después con el tiempo ha quedado más claro y nítido: Pedro es la cabeza de la Iglesia. De hecho, casi siempre contesta primero, habla primero. Y era un pescador sencillo, pero con un inmenso corazón. Mi resurrección, después de las mujeres lo tiene a él como primer testigo.

La resurrección no era algo que habían comprendido los apóstoles. Tampoco yo y muchos discípulas de muestro tiempo nos cuesta entender que la resurrección del Señor es algo fundamental, no solo para la fe de la Iglesia, sino también para mi vida personal: si Jesús resucitó también yo resucitaré, y mi vida y mi muerte tienen sentido, hay un para que claro, y una esperanza cierta de que la vida no termina con la muerte. Por eso, debo vivir con paz mis últimos años de vida.

Señor Jesús, te adoro y me inclino ante Ti como mi Redentor y mi Dios. En este día de tu resurrección, me entrego a Ti sin reservas, en el silencio de mi corazón, te pido que me des las gracia de serte fiel en cada circunstancia de mi vida. Señor Jesús, perdona mis infidelidades y mediocridades personales, yo sé que Tú me amas y con el Padre y el Espíritu Santo me esperan para encontrarnos y querernos para siempre. Señor, dame la gracia de anhelar siempre la compañía de la Trinidad en mi vida diaria.

AMÉN

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