Evangelio domingo 11 de febrero

Sábado 10 de febrero de 2024 | Juan Francisco Bravo

11 de febrero de 2024

Evangelio según San Marcos 1,40-45

Sexto domingo del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.» Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.» Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a Él de todas partes.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"Lo quiero, queda purificado"

Pareciera que Jesús nos quiere decir: el milagro que hice fue espectacular, porque los leprosos eran personas segregadas que tenían una enfermedad incurable y contagiosa. Esa es la razón por la cual después de sanar al leproso le pedí que no le dijera a nadie. Pero su alegría era demasiado grande. Las sanaciones que hago Yo no son para mostrar cosas extraordinarias sino para devolver su dignidad humana al sanado. Las peticiones de sanación deben hacerlas con humildad y confianza y colocando siempre "si Tú quieres Señor". Entonces sana, porque la sanación es un regalo de la misericordia del Padre para con sus hijos.

En mi vida cotidiana lo que más necesito tener es una humildad profunda, pidiendo al Señor con sencillez. No como un imperativo, lo cual es una aberración. Cuando necesite algo que requiere la ayuda de Dios, debo confiar hondamente en el Señor, pero a su vez usar la condición de que la curación se realice si está en los planes de amor de Dios. Las actitudes prepotentes no entran en la dinámica de la sanación. Mis necesidades requieren la fuerza de Dios, pero más que la realización de favores, lo que debo tener en mi corazón es que se realice en mi vida el querer y la voluntad llena de amor del Señor. No lo que yo quiera sino lo que quiera el Señor

Señor Jesús, me hinco y te adoro como mi Dios y salvador. Te doy gracias por todos los innumerables dones que me has regalado en mi vida, y te pido humildemente que me des el don de estar abierto siempre a tu voluntad. No soy un leproso, pero si las personas vieran mi pequeñez y miseria se asombrarían de lo pequeño que soy. Y lo que necesito son sanaciones del alma: que me limpien desde lo profundo para tener un alma de niño ante Dios. Señor quiero que me tengas en tu cercanía todo el tiempo, porque estar cerca tuyo me sana desde lo profundo. Creo en tu poder y también que tienes planes de amor para cada ser humano.

AMÉN.

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