El segundo fin de Schoenstatt: el rescate de la misión salvífica de Occidente
El rescate de la misión salvífica de Occidente es el segundo fin de Schoenstatt. Con esta expresión entiende el Padre Kentenich dos cosas: primero, rescatar el impulso misionero y apostólico que asumió Occidente luego del envío que hizo el Señor a sus discípulos a evangelizar a todos los pueblos.
P. Rafael Fernández
El rescate de la misión salvífica de Occidente es el segundo fin de Schoenstatt. Con esta expresión entiende el Padre Kentenich dos cosas: primero, rescatar el impulso misionero y apostólico que asumió Occidente luego del envío que hizo el Señor a sus discípulos a evangelizar a todos los pueblos. Y, segundo, encarnar y proclamar la armonía de lo sobrenatural y lo natural, de la gracia y la naturaleza, de la fe y la vida, de la cultura y el Evangelio.
Pertenece a la esencia del cristianismo la conciencia misionera y evangelizadora. Esto en un momento en que esta conciencia misionera se encuentra enormemente debilitada, sobre todo en los países que antaño fueron los baluartes de la evangelización, Schoenstatt se siente llamado a avivar y dinamizar la conciencia de misión y el compromiso evangelizador.
Por otra parte, en Occidente, el pensamiento cristiano desarrolló una visión particularmente orgánica de la realidad, es decir, destacó la armonía entre lo sobrenatural y lo natural, que permite una integración de los valores cristianos en la cultura de cada país.
Si se compara el espíritu que ha animado al Oriente con el que ha animado a Occidente, se puede decir que Oriente se caracteriza por dar especial importancia a la trascendencia de Dios, y que Occidente –a partir de la filosofía y teología de las causas segundas– por acentuar la inmanencia de Dios. "La gracia no destruye la naturaleza sino la presupone, la sana y la eleva", es el principio que anima esta visión. El P. Kentenich, en este sentido, piensa que el cristianismo occidental en su evangelización debe luchar por un cristianismo que encarne y luche por la "armonía de la naturaleza y la gracia" en todos los órdenes.
La espiritualidad y pedagogía de Schoenstatt quieren asegurar y posibilitar este tipo de hombre, capaz de conquistar una síntesis vital entre fe y vida, entre naturaleza y gracia. En otras palabras, un hombre de un pensar, amar y vivir orgánicos, que sabe unir las diversas dimensiones de su vida y crea vínculos sanos y profundos con Dios, con los hombres, con su trabajo y con las cosas. ( > 28-31; 77, 80)