Schoenstatt en el Whatsapp

Vivimos en la época de las redes sociales, del chat y del Whatsapp. Una época donde todo se dice rápido y con pocas palabras. ¿Se podría explicar lo que es Schoenstatt en el lenguaje del Whatsapp?

Lunes 3 de noviembre de 2014 | Mariana Grunefeld

¿Cómo explicar a alguien no schoenstattiano (incluso a alguien del Movimiento)lo que vivimos esta semana en familia? Vino el Padre Eduardo, celebramos una misa en la casa, renovamos el Santuario Hogar y coronamos a la Mater. Estábamos mi marido y yo, nuestros seis hijos, mi madre y los pololos.

Inundada de felicidad cuento algo a un pequeño grupo de compañeras de colegio por whatsapp (bendita tecnología y penosa falta de espacios para encontrarnos en esta ciudad extensa y neurótica). Una, dos líneas. No quiero invadir, nadie tiene paciencia. Cariñosas, me mandan felicitaciones, caritas felices por respuesta. Una celebra la idea y dice que hará lo mismo. ¿Cómo explicarle que esto no es voluntarismo sino que se conquista con capital de gracia y tiempo?

Otra señala que irá a Medjugore, Italia a "palpar su presencia (la de la Virgen) y amor". ¿Cómo explicarle que la Virgen vino a nuestra casa, que se transformó en una habitante más del lugar, que conmovió cada corazón y que está acá a los pies de la escalera que conecta el primer con el segundo? Escribo un largo mensaje explicativo, me demoró, borro, reescribo, vuelvo a borrar. Finalmente después de media hora, no lo mando y lo elimino.

Tendría que explicar que había una ollita de cobre. Que durante días de días estuvo ahí para recibir los papelitos plegados llenos peticiones, alabanzas, esperanzas, penas, ofrecimientos, acciones de gracias, de cada uno de nosotros. Contarles que nos costó, que nuestro primer Santuario Hogar lo bendijimos el 2003 y que pasó por altos y bajos, que nuestra inconstancia e infidelidad lo dejó reducido a un simple cuadro de adorno, de piedad, lleno de fotos, pero sin vida.

Tendría que explicarles que Ella trabaja en mí y en los míos. Que erróneamente a lo que se cree no hay que ser perfectos. Que tenemos tantos o más defectos que otros, pero con una ventaja, contamos con una aliada grandiosa. Y que es delicioso sentirse así, liberado de máscaras, aceptado tal cual en medio de amores y desamores, de paz y discordia, de sabiduría y tanta torpeza, sin pretender una escala de perfecciones ni cumplimientos de metas absurdas, ni de viajes costosos para ir a grutas especiales por más milagrosas que éstas sean.

Tendría que explicar que coronar es reconocer nuestra impotencia, nuestra debilidad y fragilidad, lo que significa hacerla Dueña, Señora, Directora de nuestra vida. Que eso implica ver nuestra originalidad y amarla, reconocernos en el plan de Dios en el camino de nuestras vidas, hacernos cargo de nuestras miserias e impotencias sin vendernos a soluciones paganas, fáciles ni cómodas para no decirnos a nosotros mismos como sale en las entrevistas de los famosos "no me arrepiento de nada".

Por último y lo más difícil, tendría que explicar quién fue el Padre Kentenich y por qué aún no es santo oficial de la Iglesia. Tendría que señalarles que este hombre vivió todos los grandes dolores del hombre del siglo XX, el abandono, la miseria, el individualismo, el racionalismo, la soledad y la falta de vínculos, la intolerancia y el campo de concentración, el exilio, la incomprensión, la división, la envidia, y la implacable acción del demonio y que el respondió con una creatividad, paz y fuerza únicas. Que fue un niño desvalido y se transformó en un padre amoroso con memoria prodigiosa, un aventurero que busco insaciablemente nuevos horizontes geográficos y mentales, un mendigo que pidió capital de gracias, un audaz en el permanente riesgo de un mundo rígido, plano y autoritario. Tendría que explicar por qué aún no está en los altares reconocido por el Vaticano sí, explicando que él sí fue un santo y de los más grandes, que fue un profeta, un ser de importancia cósmica para la Iglesia del siglo XX. Pero luego tendría que contarles que esa misma Iglesia lo exilió y lo castigó por su lenguaje y la forma de ver a Dios y a los hombres que hoy todo cristiano trata de tener. Que la Iglesia no lo entendió y que luego el Concilio Vaticano II plasmó gran parte de sus ideas, que tanto Papas como obispos, sacerdotes y laicos de a poco empezaron a entender y que recién se está tratando tratando de vivir lo que este hombre palpó y enseñó.

Entonces tendría que explicar que Dios es Padre, un papá no un inspector, y que cada padre terrenal es Su espejo para sus hijos; decirles que la autoridad es servicio y la familia es reflejo de la Trinidad; que la fe es una experiencia, que los vínculos y el amor son lo distintivo del cristiano y no el Dios encerrado en la sacristía, ajeno a la vida y dominador por el miedo de la mente y alma de las personas. Que Dios se complace y está en la naturaleza, y sobre todo, en todas las formas de amor humano, que Dios está vivo, que no es una invención para calmar nuestras conciencias, que está presente en los diferentes, que nuestra libertad es total y profunda, que hay un respeto y desarrollo de la originalidad y por eso no somos moldes, ni iguales, ni descerebrados; que el humor, la amistad, el buen vino, los deportes, el pololeo, el trabajo, el dinero, absolutamente todo puede ser instrumento de amor que nos vincule más y mejor a los hombres y con ello a nuestro Padre. Que la integridad, la vocación, la audacia y la fe inquebrantable de este padre bueno para cientos de miles, nos sigue mostrando la verdadera importancia de la Virgen.
Pero entonces no podría terminar sin más. Tendría que explicar que él la amó hasta el final no por pietismo sino porque comprendió que siendo Ella profundamente humana Dios la eligió para mostrarnos que ese es el camino hacia El, es decir, que vale la pena ser creaturas humanas con todo lo que ello implica y no parecer frías estatuas individualistas o ángeles sin pecado. Que el peor error es tratar de ser lo que no somos, que separar, vivir inorgánicamente, idealizar, rechazar o obsesionarse con determinados aspectos es condenarse a la tristeza y al error. Que la personalidad ocn todas sus capas, como el inconsciente, son todas humanas y por eso todas del Padre y por eso deben ser entregadas todas para la sanidad el amor y la sexualidad como en el trabajo y las ambiciones.

Celebramos misa en la casa. Sí, en la misma salita de la televisión, del picoteo y del juego, estábamos mi marido y yo junto a nuestros seis hijos, a mi madre y los pololos. Muchos no conocían a Schoenstatt. Comulgamos, cantamos, a ratos bien desentonados, prendimos velas, mostramos fotos, llevamos la corona que me demoré en hacer, pegar y decorar llena de símbolos al Espíritu Santo, a nuestro lema de vida que conquistamos con mucho trabajo y a nuestros hijos nuestro tesoro más querido. Luego hubo comida rica, muchas conversación y largas risas en medio de un día cualquiera de la semana.


Una experiencia marcadora, mucho más que mil palabras..

Comentarios
Total comentarios: 2
11/11/2014 - 10:20:36  
Precioso! Me encanto! Tan aterrizado!... Llega al corazon!

Daniela Ramirez
Costa Rica
05/11/2014 - 09:25:18  
¡Gracias!, enriquecedor testimonio, que alimenta nuestra propia preparación para nuestra próxima bendición de Santuario Hogar.

Eduardo Boys Mardones
Santiago
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