P.J.K.: También Era Humano
Mirar al P. K. desde su humanidad, nos dará luces para ver todo lo que Dios pudo realizar a través de él, desde su problema pulmonar hasta el educarse constantemente y así ser un ejemplo de lo que estaba promoviendo. El P. K. no es Dios, se cansaba, y se autoeducaba, no porque era alemán sino porque se sabía débil como cualquiera, pero estaba entregado al Dios que es amor, a la Virgen a la cual se aferró por entero, para así darse cada día a los que lo necesitaron.
| Rafael Mascayano Rafael MascayanoHace algunos días atrás, un amigo comentaba que le había pasado el texto sobre el P. Kentenich a un primo, gran lector, porque tenía interés en conocer algo más sobre Schoenstatt y su fundador.
Al terminar el libro, le comentó a mi amigo que lo había leído con mucha detención; sin embargo, lo consideraba poco creíble. Sí, sólo se destacaba lo bueno del fundador de esta obra y no aparecían para nada sus debilidades. Era como una de esas revistas de santos, que leíamos cuando niños y que sólo comentaban lo bueno que eran y por lo tanto aparecían como imposibles de alcanzar o ser como ellos.
Conversando sobre el tema, veíamos que se corría el peligro de "endiosar" al P. Kentenich y sacar de él lo que siempre destacó: la "unión entre naturaleza y gracia", como también la temática de la "autoeducación", a la cual tanta importancia pedagógica le diese desde el principio de su trabajo con los jóvenes.
Cada uno de los que conversábamos, tiene ya muchos años en el movimiento y de conocimiento de múltiples situaciones del P. Kentenich. Compartimos las oportunidades en que se enojó, los momentos en que tuvo que pedir perdón por su carácter, conflictos en algunos momentos duros con algunas Hermanas de María. Sé que lo que digo podrá producir más de alguna situación incómoda en algunas personas, pero fue así.
En los momentos de la visitación del Santo Oficio, también salieron pronunciamientos desde dentro de grupos muy cercanos a él y que no estaban de acuerdo con formas de su conducción.
Podríamos decir que era el pago que tuvo que recibir, que no lo entendieron, etcétera, pero sí hay que reconocer que no todos recepcionaron de buen agrado su formas de actuar.
Todo lo anterior, en vez de hacernos sentir que se le está socavando su imagen, nos debe colocar en una postura más cercana y ver que nos dio el ejemplo de cómo trabajar constantemente por nuestra autoeducación, tarea que no termina nunca.
Me es muy vívida la imagen de Juan Pablo II, cuando en sus últimos días mostraba la impotencia de no poder comunicarse adecuadamente. ¡Cuánto debe haber sufrido!, sabiendo que la comunicación era una de sus mayores fortalezas.
En una de sus homilías decía: "¿Quién de nosotros puede afirmar que está totalmente libre de este germen patógeno, que no hay nada en él de adoración de sí mismo?".
Y aquí lo medular de nuestro cariño, de nuestro afecto al P. Kentenich, quien nos llama a no quedarnos sumergidos en nuestras debilidades, sino a luchar desde el amor que Dios y la Virgen nos tienen, para crecer en el amor a nosotros mismos y a nuestros hermanos.
Mirar al P. K. desde su humanidad, nos dará luces para ver todo lo que Dios pudo realizar a través de él, desde su problema pulmonar hasta el educarse constantemente y así ser un ejemplo de lo que estaba promoviendo.
El P. K. no es Dios, se cansaba, y se autoeducaba, no porque era alemán sino porque se sabía débil como cualquiera, pero estaba entregado al Dios que es amor, a la Virgen a la cual se aferró por entero, para así darse cada día a los que lo necesitaron.