Gineserias, 3.

LIMPIANDO- Columna de Opinión

| Jesús Ginés O. Jesús Ginés O.

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¿Cuándo habíamos limpiado la casa como ahora? Es que disponemos del día y la noche para seguir viviendo en el posible mejor de los mundos, en casa, sin necesidad de salir a molestar o a contaminar a los que nos cuidan, nos alimentan y nos sanan. Nadie podría afirmar ahora que le falta tiempo para ordenar, limpiar, pulir y arreglar cualquier tipo de desperfectos que, ahora sí que nos percatamos que necesitaban un trabajo pendiente en nuestra casa. Manchas en la pared o en las puertas, tornillos sueltos, artefactos de cocina que deben ser reparados, limpiados, protegidos o reciclados. Estoy seguro que esta sencilla tarea nos está empezando a llenar el día y a combatir el aburrimiento a la mayoría de los mayores –o sea viejos- como yo.

Tengo un minúsculo jardín de geranios (cardenales) en la terraza- balcón, que, ahora cuido todos los días y que me lleva un tiempo precioso que me devuelve el sentido de la tierra que habito. Yo barro el piso a cada rato para que se vea brillante, cuido las plantas y ellas me cuidan a mí. Las riego, acaricio, limpio, contemplo, y hasta les hablo suavemente para no molestar al vecino con mis palabras, aunque a veces me emociono y canto. El que canta, sus miedos espanta, decían en mi pueblo. Decidí ponerle nombres a algunas de ellas; la primera el de mi esposa que acaba de partir al jardín del cielo, mi hija, yerno y cinco nietos. También me reservé una para mí. Así no solo dialogo, sino que también monologo. Todavía no me han contestado las plantas. Cuando eso ocurra, tendré que pensar en consultar a algún experto en reclusiones prolongadas. De momento, todo normal.

Limpio y vuelvo a limpiar. Además de ayudar a la salud, voy descubriendo la belleza oculta tras el polvo o el desorden anterior. También, por cierto, me preocupa la limpieza personal, sobre todo la limpieza del alma. Cuando en mi pequeño ambiente de esta cautividad silenciosa contemplo la belleza de tantas cosas pequeñas, voy vislumbrando la verdad del filósofo que, después de mucho meditar, llego a la conclusión de que el mundo se salvará por la belleza. Y por la verdad y por el bien. Creo que la verdad, el bien y la belleza se escriben con mayúscula. Son la obra de Dios que, ahora, desde el silencio se me hace más notoria.

Jesús Ginés Ortega

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