EL MANDAMIENTO ORIGINAL DEL DIOS DE ABRAHAM- Por Jesús Ginés O.
| Jesús Ginés O. Jesús Ginés O.Todos mis lectores y lectoras se salvaron del aborto, pero no pueden asegurar que se libren de la eutanasia. Hay que estar precavidos, porque lo que hasta anteayer era conocido como un horrendo crimen, ayer ya empezaron a opinar algunos en Holanda, Belgica y Suiza y otros dos o tres países, que no es para tanto y que mañana es posible que se proponga una conveniente ley que permita ayudar a bien morir a los que estén mal de la cabeza o cansados de seguir viviendo. Si le da lata la vida, si le duelen mucho los huesos, si está aburrido de ver a la gente y cree que vale la pena anticipar la marcha, usted pide a un doctor que le ponga algún remedio apto para estirar la pata en forma sencilla, precisa y segura y ¡listo¡ Eso es la eutanasia. No se deje enredar en preámbulos verbales que hablan de morir con dignidad, de ser compasivos con los que se van a morir más temprano que tarde y los que ya no tienen a nadie y nada que querer y por lo tanto, hay que entusiasmarles con la idea de irse sin hacer mucho ruido y sobre todo sin provocar mucho gasto. ¡Que ya hay demasiada gente en el planeta y todavía están lejos los viajes de ida hacia algún planeta habitable!
Aunque algunos pensamos que todo hombre o mujer viejos sirven siempre para algo, hay gente que, sin atreverse a gritarlo, opinan que ya está bueno, que el mundo está demasiado lleno de gente poco útil y que hay que descargar el planeta, no sólo de los gases tóxicos, sino también de los restos de hombres que van quedando un poco obsoletos, o sea muchos de nosotros.
Aborto y eutanasia son asesinatos con otro nombre. El aborto es la muerte de un pequeño y la eutanasia, de una persona mayor, ambos previamente vivos por supuesto. Hecha esta aclaración no habría mucho que discutir al respecto en términos de moral natural.
No matarás de ninguna manera, es el mandamiento original del Dios de Abraham y de ahí de todos los judíos, cristianos y musulmanes de cualquier denominación. En términos cuantitativos sería la mitad de la humanidad al presente. Pero resulta que el resto de la humanidad que reza con Buda, LaoTse, Confucio o con Isis y Osiris, Visnú y otros muchos referentes celestiales piensan prácticamente lo mismo: Que hay que dejar vivir a la gente hasta que se muera de forma natural, por enfermedad, virus y otros mil modos de terminar la frágil existencia humana.
Yo le pediría a nuestros constituyentes, diputados, senadores y caterva de columnistas apernados que piensen primero en su propia eutanasia, ya que por suerte tampoco los abortaron a ellos a su debido tiempo. Que ya tenemos muchas leyes de sobra para que sigan inventando más. Dejen morirse tranquila a la gente y no la inviten a suicidarse en aras de la humanidad. Dejen a todo el mundo nacer, vivir y morir tranquilos. Por ahí hay que dirigir los tiros de cualquier legislatura sensata, humana y respetuosa de los que creemos en el único autor de la vida y de la muerte, nuestro padre que esta en los cielos, que somos la inmensa mayoría de la humanidad.
Jesús Ginés Ortega
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Visión y conceptos muy claros.
Estamos viviendo una cultura de la inmediatez y lo desechable, incluyendo a los seres humanos cuando dejan de ser productivos.
Un abrazo. Siempre en nuestro recuerdo.
Celso Rocha
CELSO ENRIQUE ROCHA MORALES
La Florida