¿Cómo refundar Schoenstatt?

Viernes 16 de noviembre de 2018 | Patricio Young

Existe un gran consenso de que es una tarea urgente e importante y frente   a este gran desafío la pregunta que más se escucha es ¿Cómo?

¿Por donde partir, como organizarnos para esta misión? ¿Quién lo conduce, la Dirección del Movimiento o la Dirección Nacional de Familia? ¿En cuanto tiempo lo hacemos? ¿Partimos por el pensamiento del padre o por la realidad? Al parecer hay muchas dudas.

Aquí ofrezco mis reflexiones sobre el tema, por si son de utilidad. Naturalmente presento un bosquejo general el que tendrá que ser complementado por las instancias respectivas.

Según el Padre Juan Pablo Rovegno, hoy flamante director del Movimiento por los próximos 3 años, el trabajo realizado en las jornadas regionales es un buen punto de partida. Su valor es que ha sido un claro momento de tomar consciencia sobre la aguda realidad que vivimos (aún cuando fue anterior al reventón del exobispo Cox) y de la imperiosa necesidad de realizar este trabajo de refundación.

 ¿Pero cómo entonces entramos ahora a picar?

 Creo que hay que abordarlo desde varios aspectos.

 Primero, sugiero que el análisis se base en el principio señalado por el Papa Francisco; “la realidad es superior a la idea”. Es de una gran sabiduría y un cambio de paradigma para la Iglesia. De esta manera nos aseguramos de no quedamos en el deber ser o en un desencarnamiento de las respuestas o en lo que se ha llamado pontificar, sino en poner los pies en la tierra y las manos en el pulso del tiempo. Evitamos también el peligro de autojustificarnos que es una debilidad muy propia. Es entonces a esta realidad a la que debemos ofrecer nuestra respuesta, a partir de lo que Cristo nos demanda y lo que el padre fundador nos enseña.

Es preciso entonces tener un muy buen diagnóstico de la realidad de nuestro Movimiento hoy. Si necesitamos ahondar en realidades más amplias en las cuales estamos insertos, creo que los documentos del Papa Francisco pueden ser un buen punto de partida, allí hay certeros diagnósticos.

A partir de este diagnóstico, levantar las respuestas necesarias para esta realidad, dejando de lado los prejuicios, estereotipos y deber ser. Es preciso descubrir lo que Cristo nos dice y lo que nuestro padre nos enseña.

Segundo, me parece que el trabajo debe hacerse considerando nuestro carácter federativo. Debemos partir por rama Institutos y Federaciones y después compartirlo como familia. Es sabido que las realidades de las distintas instancias son algo diferente. Hay aspectos comunes y otros muy propios. Un ejemplo muy claro al respecto ha sido la carta de los jóvenes que nos ha llegado muy profundamente a todos, pero en la que se reflejan también dimensiones propias.

Una vez concluido el trabajo por instancia, se debiera pasar a un intercambio de cada familia local. De tal manera que confluirán todos los diagnósticos y análisis en una conversación franca, directa sincera, sin temores y resquicios. Donde todos participemos.

Posteriormente debiera cerrarse con un gran encuentro de toda la familia con representantes por familias locales y allí definir una comisión que elabore un gran documento conclusivo.

Tercero, es preciso ser fiel a nuestros fines originales, pero revisar su formulación como respuesta para nuestro tiempo. Al respecto les invito a leer una columna anterior titulada Refundar./refundar/prontus_tv/2018-08-01/144831.html

No debemos pretender que todo lo que el padre dijo es efectivamente para nuestro tiempo, no es tratar de hacer calzar TODO nuestro pensamiento con la realidad. Es la realidad la que nos debe demandar respuestas.

A modo de analogía.Cuando nos cambiamos de casa, revisamos todo lo que tenemos y como no podemos llevarnos todo, nos quedamos con lo más valioso y con lo que sirve para nuestro nuevo hogar. Habrá que dejar muchas cosas por mucho afecto que se les tenga, habrán otras que se les asignarán un nuevo uso y también tendremos que comprar otras,renovando así nuestros espacios.

Cuarto, es fundamental generar una GRAN corriente de oración y capital de gracias para que este trabajo sea fecundo. Este debiera partir ahora con el mes de María, pidiéndole a ella, que fiel a su Alianza, nos ayude a ser instrumentos eficientes de la voluntad del Padre en todo este trabajo. Esta campaña debe ser NACIONAL, de tal manera que nos sintamos todos unidos en ella y debe mantenerse siempre activa y para la cual debieran destinarse personas que la vayan alimentando. Solo así tendremos consciencia de que el camino que construimos no es el que nos parece, sino el que Cristo quiere para Schoenstatt.

Quinto, para realizar un trabajo efectivo, debe existir una instancia coordinadora general que genere las pautas e instrumentos, que vaya realizando los ajustes en el camino y que recoja los trabajos para generar un documento que puede posteriormente presentarse a la consideración de toda la familia.

Es preciso también definir la duración de este trabajo que a mi parecer no será de menos de 2 años.

Considero qué en este tiempo, debemos concentrarnos TOTALMENTE en esta labor, evitándonos distraer con eventos o campañas particulares que puedan desconcentrarnos.

 

De la seriedad y profundidad con que lo que realicemos, se esta jugando el futuro de nuestro Movimiento, de allí la importancia que tiene.

Tengamos presente que frente a grandes problemas hay grandes desafíos.

Si hay un punto de contacto entre el Papa Francisco y nuestro padre, es que se requiere trasformar la cultura y hacerlo, implica también nuevas miradas, nuevas visiones, nuevos paradigmas. Seguir los métodos de siempre, nos llevarán por las respuestas de siempre. Por lo tanto, si queremos ser un instrumento de transformación de nuestra cultura eclesial y social, tenemos que propiciar la transformación de nuestra propia cultura schoenstatiana y ello requiere, disposición, claridad, osadía y fortaleza para enfrentar sus consecuencias.

Es el espíritu de Pentecostés el que debemos implorar, para que nos lleve incluso a entendernos a pesar de los idiomas distintos que naturalmente se escucharán. Es tener a nuestra Mater en medio de nosotros para que nos muestre el camino que Cristo hoy quiere para el Movimiento. Es llenarnos del Santo Espíritu para que sus dones nos invadan, envuelvan y enriquezcan.

Estamos invitados a vivir activamente un momento histórico, que solo el tiempo sabrá dimensionar en su significado. Hagámoslo con toda la disposición, dedicación y entrega, propia de quienes queremos asumir la tarea de transformar el mundo en Cristo y por María.

Necesitamos una renovación profunda y no solo de maquillaje para lo cual debemos estar preparados para enfrentarla ya.

  

 

Comentarios
Total comentarios: 4
19/11/2018 - 00:39:56  
Muchas gracias querido Pato
Sugiero algunas acciones concretas de verdad, enmienda y reparación.
Evitemos hacer lo mismo de siempre.
Lo mismo de siempre nos llevó a una seria crisis moral. Hemos practicado o tolerado la mentira y el abuso y hasta ahora no lo hemos corregido.

La tentación es seguir sólo con el número cuatro, como si no hubiera ningún pecado público y grave que reparar.

Me parece recordar que la penitencia tiene 3 pasos:
Arrepentimiento, Reparación y Enmienda.
Mi impresión es que La Familia, El Movimiento, no puede ser perdonado, no volverá a ser creíble sino seguimos algo tan elemental de la doctrina católica.

Arrepentimiento: Explicitar donde hubo mentira, disculparse, reconocerla y corregirla.

Explicitar que pasó con los abusos, ubicar a las víctimas, disculparse personalmente con ellas y ofrecer reparación.
Si no hacemos esto, lo mínimo, lo demás es sólo ocultarnos y quedar expuestos, desnudos en el pecado, en la plaza pública.
Un abrazo

Javier
Valparaíso
17/11/2018 - 17:22:35  
Donde quedó escrito mi comentario?

MLuisa Trincoso
Santiago de Chile
16/11/2018 - 16:27:19  
Patricio, además no te olvides que la Familia de Schoenstatt es internacional

Augusto
Valparaíso
16/11/2018 - 15:19:22  
Es cierto Patricio que una verdadera refundación no se hace de un día para otro, y tiene como punto de partida nuestra disponibilidad heroica a los necesarios cambios en nuestra rutina; incluso a los aparentes "errores ortográficos"que se producirán con las nuevas acentuaciones que debemos dar a nuestra vida de alianza...no es que haya que modificar nuestro "diccionario", pero sí tal vez agregar vocablos nuevos -como ya lo han hecho los últimos Papas- que expresen las nuevas corrientes de vida que están surgiendo entre nosotros. (Por ejemplo," inculturación", "misericordiados", etc),Me refiero a que si queremos ser fieles a nuestro mensaje kentenichiano a la Iglesia de las nuevas playas, necesitamos pedir al Espíritu del Señor que suscite en nosotros un vocabulario diferente, que exprese la alegría del ave fénix que renace de entre las cenizas.

Maria Isabel Herreros
Viña del Mar, Chile
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